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Palco de Prensa: Al borde del abismo.


                                       Por : Gilberto LAVENANT

Un hecho, ocurrido la madrugada de este martes 3 de diciembre, estuvo a punto de impactar seriamente al sistema político mexicano : Andrés Manuel López Obrador, en su carrera por la tercera oportunidad para competir por la presidencia de la república, para los comicios del 2018, sufrió un infarto al miocardio.

AMLO no es precisamente un viejo, aunque ya llegó a la etapa de la tercera edad. Tiene 60 años, dice estar aún fuerte para insistir en su lucha por el cambio de la forma de gobierno en México. Sin embargo, como los autos viejos, la “maquinita” ya le empezó a fallar.


Un médico, entrevistado por reportera del periódico capitalino Milenio, indicó que el tabasqueño sufrió un infarto al miocardio, por la acumulación de placas de colesterol en las arterias.

El cardiólogo Miguel Angel Alvarez, explicó que este cuadro clínico se presenta cuando una arteria coronaria se obstruye completamente y deja de bombear sangre al corazón, lo que mata una porción del músculo cardiaco.

Esto ocurre, según dijo, por diversas causas, entre ellas el sedentarismo, la obesidad, la diabetes, el tabaquismo, el colesterol o triglicéridos altos. Al parecer, Andrés Manuel tiene problemas de salud, por tragón.

La explicación técnica indica que cuando las arterias se estrechan, dificultan la circulación de la sangre y exponen al corazón a un sobre esfuerzo, lo que puede generar una trombosis coronaria, o sea un coagulo, que tapa las arterias y genera la muerte del músculo cardiaco.

El proceso más común en estos casos, es el del cateterismo cardiaco, consistente en la colocación de un catéter en la arteria dañada u obstruida, a fin de permitir de inmediato la circulación de la sangre. López Obrador, dicen, llegó al hospital por su propio pie, y aunque salió bien de la operación, y está respondiendo, tendrá que permanecer internado al menos una semana. Luego, a controlar la alimentación, dejar el tabaco y a hacerse revisiones médicas periódicas.

Las crónicas periodísticas observan que la última vez que AMLO habló sobre su salud, fue al inicio de la campaña presidencial del 2012, cuando aseguró que se encontraba bien, que no padecía enfermedad alguna, que acostumbraba  hacer ejercicio. No ha pasado mucho tiempo, pero los hechos demuestran que Andrés Manuel ya no está tan sano y fuerte como presumía y que incluso están en riesgo sus aspiraciones para competir por la presidencia de México en el 2018.

Muchos, por mera cortesía política, han manifestado su solidaridad con el líder de Morena y le han deseado pronta recuperación. Lo cierto es que muchos están “haciendo changuitos”, para que el aguerrido tabasqueño se retire de la política.

Aunque lograra conservar la vida, durante muchos años más, para Andrés Manuel casi sería la muerte política si por prescripción médica se le obliga a guardar reposo, se le prohíbe viajar, o se le condiciona al sedentarismo, si quiere seguir viviendo.

De una u otra forma, el efecto del retiro de López Obrador del ambiente político nacional, tendría un enorme impacto. Su candidatura en los comicios del 2012, llevó al PRD a posicionarse como la segunda fuerza política en el país. Luego vendría la separación o deslinde de los perredistas, crea a Morena, que ha eclipsado seriamente al Partido de la Revolución Democrática.

El corazón de todo individuo, es como el motor de un automóvil. Con el paso del tiempo, o por el mal uso, los vehículos pierden su potencia y, se les repara, o se les manda al “deshuesadero”. Lamentablemente, el corazón no tiene reparación, ni cura completa. Una vez que falla, el cuerpo humano pierde muchas de sus capacidades y en cualquier momento puede dejar de funcionar. De la muerte, nadie se salva.

La presencia de AMLO en las contiendas presidenciales, ha generado enormes expectativas para muchos mexicanos, ante la posibilidad de que al convertirse en Primer Mandatario, cambiaría en mucho el sistema político mexicano.

Sin embargo, también ha generado enormes controversias. En su primera contienda presidencial, fue acusado de ser un peligro para México. En la segunda, cuando compite contra la panista Josefina Vázquez Mota y el priísta Enrique Peña Nieto, no pasó desapercibido para nadie, la moderación de sus discursos políticos. Antes, fustigaba a los ricos y empresarios en general. Luego, habría de decir que también los hay con conciencia social.

El retiro de Andrés Manuel, dejaría “viuda” a Morena. Sin sustituto alguno. Su “jubilación política”, dejaría el paso libre para panistas, perredistas y priístas. Se antoja difícil que el exjefe del Distrito Federal, tenga fuerzas suficientes para competir en el 2018.

Evidentemente, hasta ahora, AMLO había previsto todo para continuar vigente en su carrera política. Menos el aspecto de su salud. No quizo reconocer que no es inmortal. Hoy, está al borde del abismo.

Así mismo, tampoco pensó en un “Plan B”. En su proyecto político, no cabe ningún otro. Su protagonismo es egoísta y no ha permitido que alguno de sus seguidores se prepare, para ocupar su lugar, en caso de que sea necesario.

Falta que salga del hospital y luego en su convalecencia, tendrá tiempo de reflexionar y determinar si podrá recuperar su vitalidad o lo declaran en estado de invalidez, por cuestiones de salud. Ante la muerte, la necedad sale sobrando.
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